Rulo y señal de la cruz

Diego Armando, ese bastión de la Argentina impresentable, el costado oscuro de un país que os juro también tiene otra cara, hay luz, pero exportamos la sombra, y el sábado 24 de noviembre vendimos al planeta nuevamente nuestra imagen más salvaje.

Diego Armando dijo antes de irse “la pelota no se mancha” y una vez más se equivocó.

Si ese fue el referente de toda una generación, este es acaso el resultado: doble moral, incoherencia, falta de respeto, soberbia, intolerancia, patoterismo barriobajero, autodestrucción.

Ese que entraba a la cancha con sus rulos (rizos) y haciendo la señal de la cruz mientras apoyaba a los barrabravas nutriendo así LA CULTURA DEL TABLÓN.

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