24.11.2018
Diego Armando, ese bastión de la Argentina impresentable, el costado oscuro de un país que os juro también tiene otra cara, hay luz, pero exportamos la sombra, y el sábado 24 de noviembre vendimos al planeta nuevamente nuestra imagen más salvaje.
Diego Armando dijo antes de irse “la pelota no se mancha” y una vez más se equivocó.
Si ese fue el referente de toda una generación, este es acaso el resultado: doble moral, incoherencia, falta de respeto, soberbia, intolerancia, patoterismo barriobajero, autodestrucción.
Ese que entraba a la cancha con sus rulos (rizos) y haciendo la señal de la cruz mientras apoyaba a los barrabravas nutriendo así LA CULTURA DEL TABLÓN.
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